sábado, 18 de agosto de 2012

Soltarse es hermoso, el problema está en lograrlo.


Este relato lo escribí para una clase de literatura luego de leer "el otro" de Jorge Luis Borges. La profesora nos dio la tarea de crear un relato desde lo profundo de nuestro ser, conectándonos con el "yo" o el "ello" y bueno... esto fue lo que me salió.


Apago la luz de mesa y me tiendo sobre mi cama, la misma desde hace diez años ya. 
Cierro los ojos y me dejo llevar por el silencio de la noche. De repente un sonido llama mi atención. El grillo criqueando en la ventana me hace recordar aquella vez.
El cielo estaba poblado de estrellas y la música sonaba por los altavoces. Mis amigos se coordinaban para tocar y crear melodias con sus instrumentos. 
Recuerdo haberme apartado para apaciguar mis nervios, dentro de unos pocos minutos debía estar parada en medio de aquel improvisado escenario. Me habían pedido que cantase una canción y claro que acepté pero luego, al conciderarlo me vi atrapada en un manojo de nervios y alegría.
—Vamos, es sólo una canción—dijo mi amiga animándome—.
—Ya voy, necesito unos minutos a solas.
Me recuerdo sentada en un sitio iluminado sólo por la luna y las estrellas. El césped era acolchonado y estaba algo húmedo. A mi lado sólo había hierba y flores amarillas, de esas que hay en cualquier plaza. Miré el cielo y fue entonces cuando el grillo comenzó a criquear.

Abro mis ojo y veo por la ventana, la noche no es tan cálida como aquella de mis recuerdos pero mi mente vuela de igual forma. Viene a mí aquel sentimiento, percibo el contacto del micrófono con mis manos, el sonido de la guitara se hace presente y los nervios que antes tenía desaparecen para dejarle paso a una pura y exclusiva pasión que solo vivo al cantar y dejarme llevar.
Mi voz suena por los parlantes, la gente me mira, algunos sonríen y otros cantan con migo.
Me veo en aquel lugar, noto la brisa de la noche sobre mi rostro. La canción llega a su fin y la gente aplaude. bajo del escenario con una inmensa felicidad y una sensación de liviandad infinita. Mis amigos acuden a mí elogiándome y diciendo algún que otro chiste. 
Al recordar cada detalle de aquella noche acepto que la situación casi me supera. No podía con mis nervios ni mis ansias. El miedo a soltarme, el temor de conocer la reacción de las personas era colosal.
Siempre fui una persona retraída pero al ver hacia atrás y poder saborear el exquisito placer que sentí al liberarme, sé que no importa el "qué dirán", sé que para sentir ese placer y aquella pasión sólo debo cerrar los ojos, pensar en esa noche, las estrellas, la luna, el grillo. Recordar quién soy y simplemente dejarme llevar.
Chami.

Primer premio :)

Primer premio :)