martes, 27 de marzo de 2012

"Sólo sé que sos todo para mi" Capitulo 2


Capitulo 2

Estábamos en la sala del hospital cuando mi papa llegó por fin.
Los tubos fosforescentes molestaban mi vista, el doctor dijo que no tenia nada y que solo había sido un corte, poco profundo.
— Que suerte que no te lastimaste tanto. Tené mas cuidado Bianca. mi mamá me decía puras palabras llenas de preocupación mientras papá nos miraba sin entender  por estábamos allí.
— No entiendo, ¿te cortaste con una chapa? ¿Qué pasó? dijo mi padre mirándonos a ambas de manera confusa.
— Como ya te contó mamá, unos chicos nos siguieron, ella pidió que me escondieran en el deposito de una heladería y me llevaron. Había muchas cosas rotas y trastos. Me corté con uno que no había visto.
¿Pero como estas ahora?- preguntó él preocupado.
¡Estoy bien! Ahora si me disculpan voy a ir al parque a pasear, ¿Puedo mamá o tengo que llevar un guarda espaldas? le dije con sarcasmo y burla en mi voz.
— Hija, sabes que nos preocupamos por vos, por eso estamos tan encima tuyo.
Si, ok, les preocupo, pero ¿Por qué no me dicen que querían esos chicos?.  mi mama se calló y miró a mi padre que, al parecer, buscaba una respuesta a mi pregunta.
— Son cosas de tu madre y yo, no tienen por que interesarte.  me contestó fríamente.
— Pero me afectan a mi…
Salí de ese hospital sin más decir, caminando hacia algún lugar, reflexioné.
¿Por qué no les había dicho lo del chico? ¿Por qué dije que me corté con una chapa? No fue, obviamente, para cubrir a ese chico, mas bien fue para evitar un mas sobreprotección de la que ya tenia. No quería que mi mama tome de una vez la maldita decisión de contratar un grandulón para que me siguiera a todos lados y no poder ni ir al cine sola.
Sin embargo, después de lo que pasó, mis padres parecen consideran rotundamente la idea del guarda espaldas.
¿Por qué no puedo ser una chica normal con padres normales?
No sé pero creo que cualquier chica con dos padres políticos pensaría como yo.
Mi mama, gobernadora y mi padre el presidente de la nación. ¿Genial no?
No, no es genial. Aunque por una parte pueda gozar de beneficios exclusivos, por otra tengo privarme de algunos como no poder ir al supermercado sin alguien que me vigile, según mi papa.

Luego de aparcar en el estacionamiento de mi casa, demasiado grande para tres personas que, dos de ellas, pasan la mayoría del tiempo fuera; Lo único que deseaba era tirarme en mi guarida solo a mirar el alto techo que tantas veces me había soportado, contemplándolo, al tiempo en que mi mente vagaba por algún lugar.

domingo, 18 de marzo de 2012

"Haría lo que fuera por verte sonreír." Capitulo 7

Capitulo 7

—Para nada, se merece esto y más...¿Nos vamos?.— Dijo Ema sonriente.
Una vez en el auto Ciro encendió el moto y comenzaron el camino de vuelta hacia su departamento.



La pelicula habría sido interesante si hubiesen prestado algo de atención en vez de besarse las dos horas que duró. 
Luego de recorrer el centro comercial los dos enamorados se dirijieron entre risas al estacionamiento para volver al departamento de Ciro donde su novia estaba quedándose temporalmente. 
Ema estuvo todo el viaje mirándolo, analizaba cada movimiento que él hacía. 
Cuando llegaron al edificio, Ciro estacionó y miró a Ema, que seguía observándolo.
— ¿Qué tengo?.— Preguntó paranoico. Ema comenzó a reir y él se sonrojó.
— ¡Estás colorado!.— Dijo ella entre carcajadas.
— ¡Mentira!. — Ciro, enojado, o más bien avergonzado, bajó del auto y se dirigió hacia la puerta, abrió y se metió en su departamento. Ema pensó que la había dejado afuera hasta que llegó y vio que la puerta estaba abierta. Sonrió para si misma y entró buscando a su novio pero todo era negro, no había prendido ni una sola luz.
— ¿Ciro?. ¿Te enojaste, amor?.— La puerta se cerró detras de ella y, antes de que pudiese girar, unas manos la envolvieron por la espalda.
— Me encanta cuando me llamas "amor".— Ema sonrió y se volteó abrazando a su novio.
— A mi me encantas vos y más si estas como un tomatito.— Dijo riendo pero Ciro se soltó y prendió la luz. Miró a Ema enojado y se tiró en el sofá. 
Con aires de caprichoso encendió la televisión y se dedicó a mirar un partido de futbol. 
Ema lo conocia demasiado bien como para saber que estaba enojado y avergonzado por haberse sonrojado.
— No entiendo por que te pones así, son cosas normales. Todos nos sonrojamos. — Empezó como una burla pero al ver la mirada asesina de su novio se detubo y cambió el tono por uno más serio. — Bonito, no te enojes. Ya no bromeo más. Lo prometo.— Ciro la miró analizando si iba en serio y sonrió tímidamente. 
— Te perdono. Pero con una condición.— Dijo pícaramente. Ema lo miró desconfiada y empezó a entender de que iba aquello. Siempre que Ciro decía eso ella temblaba, generalmente pedía algo importante. 
Rodeó el sillón y lo miró sería.
— ¿Qué condición?.— Se sentó al lado de su novio y dejó que esté la rodeara con sus fuertes brazos. 
— Estaba esperando que dijeras eso.— Susurró Ciro sobre los labios de ella. La besó cortamente dejándola casi sin aliento y, sin separarse demasiado, le sonrió. Ema se sentía flotando, como si navegara en un bote y la marea estuviese enloqueciendo cada vez más. Lo quería tanto y se castigaba a cada momento por haber perdido tiempo lamentándose por no ser su chica, siempre lo quiso; aún antes de conocerlo, ella soñaba con su príncipe azul pero nunca llegaba, hasta que lo vio por primera vez y supo que ese, y no otro, ese era su chico, su príncipe, su salvador. Era perfecto para ella, les gustaban las mismas cosas, siempre reian de todo y eso a Ema le encantaba. Decía que su chico ideal debía ser "gracioso, dulce, amable, celoso pero en su justa medida..." y Ciro cumplía todas sus reglas, pero pensaba que era demasiado bueno como para que la quisiera hasta que Marcus dijo que él estaba loco por ella, cosa que al principio no creyó pero luego termino de aceptar.
Ciro la miraba dulcemente y se preguntaba en que se había tildado. No caía todavía en que era SU chica y de nadie más.
— ¿En qué pensas, linda?.— Ema movió su cabeza como queriendo despejarse y se dio cuenta que había estado "ausente" por algunos minutos. Se sonrojó por todo lo que había cruzado por su cabeza y su corazón. Ciro rió y ella se tapó la cara con ambas manos.
— ¿Quién es el tomatito ahora?.— Preguntó divertido. 
— No es gracioso. — Dijo Ema algo enojada.
— oh... sí lo es.— Ciro no podía contener su risa por la cara de enojo que su novia había puesto. — Pero te queda hermoso el colorado. Tendrías que usarlo más seguido.— Dijo aún riendo y besando su mejilla.
— En fin... ¿Cuál es tu condición?.— Ciro dejó de burlarce y soltó una risita tímida. — ¿Me vas a decir?.
— Lo único que pido es tenerte a mi lado por siempre, no quiero que me dejes nunca por que no podría soportarlo. Sé que es demasiado apresurado estar hablando esto ahora pero es lo que siento y no quiero esperar más. Perdí mucho tiempo y estoy dispuesto a recuperarlo. Quiero dormir con vos— Ema lo miró extrañada— no me refería a eso justamente, aunque no lo saco de la lista. Me referia a dormir con vos que que al despertar sea tu carita lo primero en ver. Y tambien hacer el desayuno juntos, salir a comprar los alimentos, conocer a toda, pero toda, tu familia ya que a tu madre, padre y hermano los conozco muy bien. Quiero que conozcas a la mia y presentarte a mi mamá como el amor de mi vida y no como una amiga. Quiero que nos mudemos a donde sea pero juntos, quiero cumplir tus sueños y que seas la mujer más feliz en todo el universo. — Ema lo miraba sorpendida por semejante declaración. Ella soñaba con todo eso y más.—Quiero que plantemos flores, nos embarremos y que terminemos bañandonos juntos, quiero que me retes por no lavar los platos o por poner los zapatos en el sofá. Quiero que tengamos mascotas...
— Un perrito.— Dijo Ema.
— Lo que sea... una serpiente, una araña, un mono. Lo que sea lo compraría si lo desearas. Lo que sea pero con vos. Siempre a tu lado Ema. Nunca me dejes-—Dijo Ciro preocupado tomando las manos de su novia y posando un beso en ellas.
— Nunca te voy a dejar Ciro. Nunca. Pero te faltó algo en tu gran lista.—Dijo ella sonriendo a lo que Ciro respondió con una mirada de confución.
— ¿Eh?.
— Hijos, amor. Quiero tener ciento diez hijos con vos.— Ciro rió comprendiendo.
— Pero... ¿Ciento diez?. ¿No te parecen muchos, princesa?.
—Bueno tal vez podemos tener solo dos o tres. Aunque siempre soñé con tener muchos, pero muchos, hijos.— Dijo Ema con una sonrisa inocente, a Ciro se le caia la baba con lo que decía.
— Tres creo está bien. Veremos con el tiempo.
—¿Por que no empezamos a ver ahora? — Dijo tímidamente. Ciro la miró sin entender.
— ¿Cómo?.
— Claro, algún día vamos a tener esos hijos, deberíamos practicar.— Ciro comprendió todo y se sorpendió de aquello, Ema nunca había tenido sexo, según ella, era algo muy intimo e importante como para hacerlo con cualquiera. En su momento le prometió hacerlo cuando encontrase a la persona correcta y, aunque a él le dolió, aceptó. Hoy esa persona era él, Ema se lo estaba diciendo. 
¡Le estaba pidiendo que lo sea!.
— Ema... no quiero apresurar las cosas... no quiero que te sientas presionada.
— ¡No!. No me siento presionada. Quiero hacerlo, estoy decidida. Sé que sos el uníco hombre que voy a amar de esta forma en toda mi vida y quiero que hagamos esto juntos.— Ciro sonrió y se acercó para besar a su novia.
Esta vez fue un beso diferente a todos, era pasional y salvaje. Ema estaba decidida a pasar de nivel y se lo estaba demostrando a su novio.
— ¿Estás segura?.
— Completamente.

martes, 6 de marzo de 2012

"Sólo sé que sos todo para mi" Capitulo 1

Capitulo 1

—L
a cena estuvo exquisita
 le comentó mi mama al mozo que venia a retirar los platos.
¿A la niña le gustaron los ñoquis? preguntó  indirectamente dirigiéndose a mi.
— Estaban muy ricos, ¿nos podemos ir?. desde que llegamos a ese restaurante sentí una extraña sensación, la necesidad de salir corriendo. Mis amigas me burlaban por que yo decía que era muy intuitiva. Era verdad. Cada vez que tenia esa rara sensación terminaba pasando algo.
— Claro, la cuenta por favor. Le dijo mi madre al camarero.
— Voy al sanitario me levanté de la mesa y fui hacia el baño, para ver si lograba tranquilizarme un poco.
Me mojé la cara y las manos, arranqué una tira de papel y me sequé.
— Hija, ya pagué, ¿nos vamos?
Salí con prisa del baño y, con prisa también, me dirigí a la puerta de salida-entrada.
¿Por qué tanto apuro?— dijo mi mama extrañada.
— No sé, solo vamos.
Fue ese el momento en el que un muchacho de unos treinta años, se cruzó en nuestro camino  y de la nada misma me di cuenta que lentamente éramos rodeadas por un conjunto de veinte chicos, todos igual vestidos como si hubiesen salido de un boliche.
El chico de treinta años le pegó un puñetazo a mi mama, yo me quedé helada. Otro de los chicos se me acercó y lo primero que se me ocurrió fue salir corriendo hacia la heladería que había en frente de la avenida.
Sin mirar, crucé.
Casi me atropellan pero por suerte llegué, entré desesperada. La gente me miró extrañada.
Sin pensarlo mas me dirigí hacia la vendedora.
— ¿Qué te pasa querida? me dijo al instante en que me vio.
— Yo… mi mama…— la agitación me impedía hablar.
— Tranquila, respirá mis pulmones se vaciaron y se levantaron rápidamente hasta apaciguar los movimientos.
— Estaba en el restaurante con mi mama, salimos y… un grupo de chicos salieron también, no sé de donde, le pegaron a mi mama y yo...
Se escuchó un estruendo y mi mama entró toda desprolija por la puerta de cristal.
— ¡Escondanla!  le dijo a la vendedora que me tomó por un brazo y me arrastró hacia el fondo, el despacho. Detrás de nosotras había una puerta que llevaba a un baño, según el cartel que de esta colgaba. Allí podía ver objetos desconocidos, utensilios de cocina viejos y muchas cajas alrededor.
¿Qué pasa? pregunté asustada, la chica me miró nerviosa y me hizo una seña para que me calle.
Capte la indirecta cuando la puerta, que había sido trabada con cajas y otros objetos pesados, se abrió de un golpe. Esperé ver a unos diez chicos.
Pero no, solo entró uno. Y bastante guapo tengó que admitir. Clavó su mirada en mi, fue una conexión extraña, apartó la vista .
— permiso vengo al baño dijo el chico un poco ¿nervioso?.
 ¿Qué hacemos?— le susurré a la vendedora que estaba con migo todavía. Ella, muy caballerosa, me miró y sin vacilar se largo de ahí. Dejándome quien sabe con quien en un despacho sucio y casi inundado por la obscuridad.
"Inhalo exhalo, inhalo exhalo".
Los nervios me estaban ganando, eso que lo sentí, sabia que teníamos que irnos de ahí. “Pero ¿Por qué? ¿Qué tenemos que ellos quieran tanto?”.
Escuché como la puerta se arrastró y apareció otra vez el chico.
— Hola, …soy Jason. me tendió una mano que miré con desconfianza.
H…hol…a balbuceé nerviosa.
no voy a hacerte nada.
¿Cómo sé eso? dije doblando mis brazos en mi pecho y mirándolo, analizando su reacción.
— Lo prometo.— aseguró
— No puedo confiar en vos, ni siquiera te conozco.
— Soy Jason. dijo con algo de gracia.
— No me refería a eso, solo sé tu nombre. Sé que estabas con esos chicos, te vi. ¿Quién sos? ¿Qué quieren?.
— Te quieren a vos. Pero por alguna razón no voy a dejar que te lleven, tendría que agarrarte de los pelos y llevarte con ellos, pero no. Vamos a hacer que te escapaste, con una condición.
— Escucho— espeté.
— Necesito que me des un poco... de tu sangre— dijo con cuidado pronunciando cada palabra.
Unos ojos abiertos como platos delataron mi asustada reacción.
¡Estas loco! ¿mi sangre? ¡no!.
shh no grites… es un poco solamente, ellos te golpearían hasta que lo des por si sola. Yo te estoy dando la opción de que no duela tanto. me dijo con compasión.
¿Por qué? ¿para que quieren mi sangre?.
— No te lo voy a decir, ¿me das tu brazo o lo agarro yo? escuché la impaciencia en su voz.
¿Cómo sé que no sos un loco de mente que quiere llevarle mi brazo a esos tipos? ¿Cómo puedo confiar en vos?
— Mírame, solo mírame y créeme, te lo prometo. lo miré y podía ver la sinceridad en sus ojos, no me había dado cuenta que tenia unos hermosos ojos marrones claros, acaramelados. Como la miel.
— Está bien pero que no deje marcas. acepté y extendí mi brazo, arremangando mi remera hasta el codo.
— Voy a hacer lo posible— tomó con cuidado mi brazo y lo acaricio.”¿Qué hace?” pensé.
— Que no toque el tatuaje— dije señalando el signo de la paz que tenia en la muñeca.
— Con que una chica pacifica ¿eh?. me miró y otra vez me perdí en sus ojos acaramelados. Él se había dado cuenta de eso, estaba segura que se había perdido en mi mirada, corrió su mirada y sacó una pequeña navaja de su pantalón.
Estaba lista para que me duela, confiaba a pleno en ese chico. Sin saber por que. Sus ojos me inspiraban confianza, seguridad, si, aunque estuviese a punto de hacerme un corte.
— Perdón. dijo y sentí un dolor, tengo que admitir que había sido menos doloroso de lo que pensé, miré y vi una línea roja que escupía sangre. Había cortado unos centímetros arriba de mi tatuaje. No lo tocó.
Vi como sacaba un envase extraño, no sé de donde, e introducía mi sangre en el.
— Ya está. volvió a acariciar mi brazo. Sentí unas cosquillas extrañas que recorrían el tramo que el estaba tocando.
— Bien. aparté mi brazo con brusquedad.
— Lo siento de verdad no quería pero…
¿Te disculpas por ser un loco? ¿por haberme contado? No tenes que explicarme nada. Ahora andate. me miró dolido y bajó la cabeza.
— Lo siento volvió a disculparse.
¡Ya! ¡deja de pedir perdón! No entiendo.
¿Qué? preguntó sorprendido.
— No entiendo como podes ser tan flojito, acabás de cortarme el brazo y estas casi llorisqueando por que…
— Sos una ingrata. Yo lo hice para salvarte el pellejo y que no te hicieran mas daño me recriminó.      — Pero... ¿Por qué? le pregunté entrañada, clavando mis ojos en los suyos. De verdad que era guapo.
— No lo sé, pensé que tal vez existía una chica inteligente en este mundo pero no, sos hueca como todas las demás…
¿Me dijiste hueca?. Ni siquiera me conoces y ya me estas juzgando. Encima diciéndome hueca, ¡¡de hueca no tengo ni los pelos rubios!!— la rabia empezó a crecer desde mi interior. Ese chico que antes me había atraído por alguna inexplicable razón, ahora estaba provocándome de una manera insoportable. ¿Decirme hueca a mi? Ja! ¿Pero quién se cree este?
— Tenes razón, no te conozco pero creo que más que estar pidiendo explicaciones que ni yo sé, deberías, por lo menos, darme las gracias. ¿No te parece? colocó las manos en sus bolsillos y por unos segundos me pareció que era un chico sumamente tierno y con la mirada mas dulce que había visto en toda mi vida.
¿Agradecerte? Ah si, gracias por hacerme un tajo y llevarle mi sangre a más locos de mentes como vos. De verdad estoy muy agradecida. el chico me miró incrédulo y sin decir nada mas se retiró del lugar con un aire ofendido.

Primer premio :)

Primer premio :)